16 de febrero de 2017

TNU Canal 5. Moros y Cristianos 26/10/2016 Martín Pasturino-Javier Lasida. Educación


TNU Canal 5. Moros y Cristianos 26/10/2016  Martín Pasturino-Javier Lasida




https://www.youtube.com/watch?v=DL6w8q9GIAo

810 AM El Espectador 9/08/2016. Las exoneraciones fiscales a la educación en el Uruguay

Entrevista en La mañana del El Espectador con Daniel Castro


Publicado el martes 9 de agosto del 2016
Video  Pasturino sobre educación privada: "Discusión de fondo" es por U$S 280 millones
http://www.espectador.com/politica/339300/pasturino-sobre-educacion-privada-discusion-de-fondo-es-por-u-s-280-millones
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En entrevista con Daniel Castro, Pasturino indicó que la verdadera discusión de la educación privada tiene que ver con el planteo del senador Pedro Bordaberry y del propio Cardenal Daniel Sturla, quienes sugieren financiar mediante la entrega de un voucher a cada familia para que puedan elegir a qué colegio enviar a sus jóvenes.
Según estimaciones de Pasturino, serían necesarios unos 140 mil vouchers, con un valor de unos 2.500 dólares por estudiante, lo que equivale a 280 millones de dólares.
Además profundizó en la necesidad de revisar “cómo se distribuyen los recursos del Estado en la educación en general”, y ejemplificó: “Un liceo de elite”, haciendo referencia al liceo Francés, “cuyo presupuesto es de 5 millones de dólares, con mil alumnos, tiene una exoneración de un millón 250 mil dólares, quiere decir que el subsidio por alumno es de 1250 dólares, mientras que en un liceo pobre es solo de 250 dólares por alumno”. Y explicó: “Esto se conoce en economía de la educación como el efecto ‘Mateo’”, que “es darle más al que más tiene y sacarle al que menos tiene”.
En ese sentido, agregó que la Universidad de la República maneja un presupuesto de 370 millones de dólares y reprochó que “a la educación pública no se le exonera del Iva, pero además se le carga con aportes patronales”, y que con ese dinero se podrían levantar dos edificios como los de Facultad de Ingeniería.
Por otro lado, acusó a la oposición de hacer “una lectura interesada políticamente” del asunto. “Se saca rédito político diciendo que la educación es un desastre”, dijo y señaló que “no hay voluntad política de un acuerdo concreto” para mejorar la educación.
“Cómo sacar de la arena del debate político el tema de la educación, hay que hacer un gran acuerdo nacional”, sentenció.
Pasturino sobre educación privada: "Discusión de fondo" es por U$S 280 millones

9 de agosto de 2015

Semanario BRECHA 7/8/2015 Laicidad 2.0 Entre el velo islámico y el "Fonasa" educativo.





LAICIDAD 2.0

Entre el velo islámico y el Fonasa educativo
Publicado en el Semanario BRECHA el 7/8/2015

El debate gira sobre el uso del velo por parte de las alumnas sirias emigradas recientemente a Uruguay y las propuestas del cardenal Daniel Sturla de la necesidad de un “Fonasa educativo” y una oficina de asuntos religiosos en el Gobierno.

En las últimas semanas se dio un debate sobre si el uso del velo por parte de las alumnas sirias –emigradas recientemente– violaba la laicidad. Esto fue resuelto muy bien por el Consejo de Educación Inicial y Primaria, primando el sentido común, el sentido de democracia republicana y la salvaguarda de la cultura de esas familias. No obstante, no entró en debate ni se está advirtiendo un problema de fondo, en relación con la laicidad, que surge de las declaraciones y propuestas de los máximos dirigentes de la Iglesia Católica uruguaya.
En efecto, en diversos medios –y en forma reiterativa– la Iglesia Católica, a través del cardenal Daniel Sturla, ha venido haciendo propuestas que rozan las bases de sustentación de la vinculación de las iglesias con el Estado y con las normas que rigen a nuestra nación.
En primer término, el obispo aseguró que Uruguay necesita una oficina o departamento de asuntos religiosos para que controle a las sectas que –según su visión– tienen un “afán de recaudación y abusan de los sectores más necesitados de la sociedad”. Por otra parte, también ha afirmado que así “como hay un Fonasa en la salud, debería haber uno en educación, un acuerdo entre el Estado y privados solventes para que se pueda brindar un servicio educativo”, agregando que los pobres no pueden enviar a sus hijos a los colegios religiosos y que es una “desigualdad” marcada por una “mentalidad anacrónica”.
Esta es una novísima concepción de la laicidad, que pide al Estado regular las religiones y financiar la educación formal confesional. Novísima porque hasta ahora la evolución del concepto de laicidad en Uruguay, luego del largo proceso de secularización del Estado entre mediados del siglo XVIII y principios del XX, se había venido procesando con mutaciones menores o muy propias de este país –como introducir la dimensión de proselitismo político en la laicidad– pero en un consenso casi generalizado de mantener la separación del Estado respecto de las religiones.
La laicidad es un concepto polisémico, que ha mutado en el tiempo y que dio lugar a difíciles momentos de relación del Estado uruguayo con la Iglesia. La laicidad surge durante la construcción del Estado uruguayo y se afianza con la separación de éste y la Iglesia plasmada en la Constitución de 1919. No obstante, el mojón inaugural fue el decreto de secularización de los cementerios, del presidente Berro, que surge como consecuencia de un exceso, la negativa de la Iglesia a sepultar a un ciudadano por ser masón, y que culminó con otro exceso, la deportación de monseñor Jacinto Vera por decreto del 7 de octubre de 1862, que lo intimaba a salir del país en un lapso de tres días. El debate público por la secularización entre los años 1865 y 1878, conocido como “el conflicto intelectual”, fue el contexto donde emerge la reforma vareliana de 1877. Un conflicto entre los liberales, que promovían la laicidad en la educación, y la Iglesia Católica, que pretendía mantener la situación dominante en la educación pública.
Un hito simbólico en este vínculo fue la ponencia que presentó el presidente Vázquez en la sede de la Gran Logia de la Masonería del Uruguay en julio de 2005. En ese simbólico contexto tendió un puente de acercamiento señalando que “la laicidad es un marco de relación en el que los ciudadanos podemos entendernos desde la diversidad pero en igualdad (…) es garantía de respeto al semejante y de ciudadanía en la pluralidad (…) es factor de democracia”, es “generar las condiciones para que la gente decida por sí misma en un marco de dignidad”. Y concluyó que “la laicidad no es incompatible con la religión; simplemente no confunde lo secular y lo religioso”.
Pues bien, estas dos propuestas del cardenal Sturla confunden lo secular con lo religioso, y atribuyen una “mentalidad anacrónica” a quienes no estamos de acuerdo con que el Estado financie la educación formal privada en una perspectiva religiosa. El locus natural de la educación religiosa son las iglesias, las sinagogas, las mezquitas y los terreiros: no lo pueden ser las escuelas y liceos que deben formar en ciudadanía
LA OFICINA DE ASUNTOS RELIGIOSOS. El pacto fundacional de la laicidad uruguaya emana de la tercera de las instrucciones de Artigas del año 1813, que reza: “(Se) promoverá la libertad civil y religiosa en toda su extensión imaginable”. Por su parte, la Constitución de la República en su artículo 5 dispone que “todos los cultos religiosos son libres en Uruguay. El Estado no sostiene religión alguna”. No parece razonable que se legisle sobre la religión, ni que haya una oficina que laude asuntos religiosos, eso sería –en palabras de Artigas– comprometer la libertad religiosa en toda su extensión imaginable. No obstante, en un Estado laico, si alguna de las religiones o sectas incumple las normas nacionales, deberá ser responsable de ello. El engaño, la estafa, la pedofilia, entre otras, son figuras del derecho penal uruguayo y para juzgarlas no es necesaria la existencia de una oficina de asuntos religiosos. Por otra parte, y con disculpas por la hipérbole, no me imagino que debería disponer un reglamento sobre el principal producto de estas sectas: los milagros.
El “Fonasa para la educación” resulta también un exceso. El artículo 68 de la Constitución dispone que “queda garantida la libertad de enseñanza”. Asimismo, en el artículo 69 dispone que “las instituciones de enseñanza privada (…) estarán exoneradas de impuestos nacionales y municipales, como subvención por sus servicios”. Este arreglo institucional, es decir, la conformación de un modelo de servicio público con subvención por exoneración de impuestos a los servicios privados es fruto del pacto de 1916, plasmado en la Constitución de 1919.
No cabe duda de que el Estado se impone como subvención a la educación privada confesional o laica, sea o no con fines de lucro –únicamente– la exoneración de impuestos, lo que incluye no cobrar Iva, Irae y todos los aportes patronales de la enseñanza privada (jubilatorios, por seguro de enfermedad, de desempleo, Fonasa e Irpf). Esta renuncia significa un 0,39 por ciento del Pbi, es decir, el Estado subvenciona (término constitucional) a la enseñanza privada –sin contar la exoneración de impuestos municipales– con más de 200 millones de dólares anuales. Se estima que el Estado subvenciona un 25,1 por ciento de la educación privada. No resulta extraño que este “gasto tributario”, como señala la Dgi, sea de carácter regresivo –contradistributivo–, en la medida en que mayoritariamente acuden a este tipo de educación los sectores más pudientes.
Se puede afirmar que hay colegios de elite que reciben por estas subvenciones del Estado más dinero por alumno de lo que recibe un estudiante de liceo o escuela pública. Esto es conocido como “efecto Mateo”, en alusión al enigmático capítulo 13, versículo 12, del Evangelio según San Mateo, que dice: “a los que ya tienen les será dado, y poseerán en abundancia; pero a los que no tienen lo que poseen les será quitado”.
A esta subvención la propuesta del cardenal Sturla pretende agregarle un “Fonasa educativo”, lo que significaría una transferencia de –al menos– 170 millones de dólares más, si la cápita fuere estimada en 5 mil pesos mensuales por alumno y para unos 80 mil alumnos de la educación privada. Naturalmente, habría que instalar un impuesto para el “Fonasa educativo”, salvo que los fondos se quisieran sacar del presupuesto de la Anep. Esta cifra es sin contar el esfuerzo que hacen actualmente las familias que envían sus hijos a la educación privada –por el pago de matrícula y mensualidades–, que es del orden de 1,6 por ciento del Pbi uruguayo, más de 700 millones de dólares.
Pero veamos algunas falacias que adornan la propuesta del Fonasa educativo. Se afirma una analogía falsa: ya que el Estado hace transferencias a la educación pública de gestión privada a través de cápitas con destino a los niños de los Caif, por qué no hacerlo con las escuelas y liceos privados. O que las Aulas Comunitarias de Secundaria (Pac) son gestionadas por privados. Este razonamiento no es válido, porque los ejemplos tratan claramente de la educación no formal para menores de 3 años o desertores del sistema educativo, no de la educación formal, obligatoria y prescripta por la Constitución y la ley.
En segundo término, se afirma que este “Fonasa educativo” (al estilo vouchers en Chile) es para que las familias pobres puedan elegir a qué institución mandar a sus hijos. Aun así, la elección de los padres no podría ser efectiva, pues seguramente no los podrían inscribir en un colegio de elite con 5 mil pesos.
La laicidad en el marco de los derechos humanos es la libertad de conciencia, donde la religión sólo compromete a los creyentes, el ateísmo a los ateos y el agnosticismo a los agnósticos, quedando en la esfera del Estado todos los principios y valores que nos unen como nación. Es como dijo Tabaré Vázquez: “un marco de relación en el que los ciudadanos podemos entendernos desde la diversidad pero en igualdad”, es la neutralidad del Estado respecto de las diferentes opciones de conciencia.
No es laico que –como se propone– el Estado pueda financiar a la educación religiosa o pretender que sea árbitro de los conflictos interreligiosos. Eso es volver al escenario del Uruguay decimonónico y pedirle un milagro a un Estado laico.

Radio CARVE 850 con Nicolas Lusich. Debate Ec. Isaac Alfie- Prof. Martín Pasturino

DEBATE en “Inicio de Jornada”, sobre la experiencia educativa del Liceo Impulso en el barrio Casavalle.

Liceos públicos de gestión privada

Foto: www.carve850.com.uy
Visitaron los estudios de Radio Carve el Prof. Martín Pasturino y el Ec. Isaac Alfie y en “Inicio de Jornada”, analizaron y debatieron, sobre la propuesta educativa del Liceo Impulso, ubicado en el barrio Casavalle

18 de julio de 2015

Semanario BRECHA El mito de Procusto. Reflexiones sobre las donaciones del Estado a liceos de gestión privada



Publicado en p 11 de la edición del 17 de julio de 2015

El mito de Procusto         Resultado de imagen para procusto              

Reflexiones a propósito de las donaciones especiales que hace el Estado a la educación formal privada y las tentaciones privatizadoras.





La mitología griega nos dice que Procusto era un hospedero que invitaba a los viajeros a acostarse en una cama de hierro donde los amordazaba y ataba. Si el cuerpo de la víctima era más largo que la cama, procedía a cortar las partes de sus extremidades que sobresalían, y si por el contrario era de menor longitud que la cama, lo descoyuntaba y estiraba hasta que se adaptara a ella.
Este sistema de cama única e inflexible ha sido la historia del currículo de la enseñanza media uruguaya, con un menú de asignaturas, contenidos y estándares de evaluación que premiaba a los estudiantes con el egreso si se adaptaban y con la expulsión o deserción si no lo hacían, cosa que les sucede a los jóvenes de barrios pobres. Por el contrario, la educación primaria uruguaya –unas de las primeras de América Latina en universalizarse– desarrolló currículos flexibles adaptados por cada maestra, generando experiencias pedagógicas, diversificando sus modalidades, integrando servicios como comedores, escuelas al aire libre, especiales, rurales, integrándose a las comunidades, y recientemente desarrollando modalidades de tiempo completo.
No obstante, la educación media se comportó como la cama de Procusto, todas las variantes, planes, e incluso los liceos nocturnos, pretendieron que los jóvenes se adaptaran a un estándar, a un modelo típico de alumno y a una exigencia propedéutica a la universidad. Así, la enseñanza media ha tenido serios problemas de universalización. Uruguay se ha rezagado en el contexto de América Latina, siendo hoy el país con mayores dificultades de retención de matrícula (sólo 43,8 por ciento de los que ingresan logran egresar) y uno de los países de América Latina con menos proporción de egresados de la educación media (persistentemente, en los últimos años, sólo cuatro de cada diez culminan el ciclo).
Este estado de marasmo e incapacidad de transformarse de la educación media, con intentos frustrados de reformas cada diez años, ha generado la idea –mayoritariamente metropolitana– de que el servicio educativo público es de baja calidad, poco contenedor e inseguro, al punto que un tercio de la población de Montevideo –la que cuenta con más ingresos– manda a sus hijos a la educación privada. Eso no pasa en el Interior, en Colonia sólo el 2 por ciento de la población accede a la educación privada, donde todavía la educación pública es considerada de calidad.
Es normal que donde los estados no proveen un servicio o ese servicio no conforma a la sociedad, aparece la iniciativa privada, los comienza a proveer y se crea un mercado. Pero el mercado educativo tiene un techo, que son los recursos con que cuentan las familias. Entonces comienzan a aparecer iniciativas que señalan que todo lo público es vicioso y lo privado virtuoso, preconizando que deben ser los privados los que gestionen los recursos públicos de la enseñanza. Eso sustantivamente no es así. En todos los ciclos en que participó Uruguay en las pruebas Pisa quedó claro que, si se controlan por contexto socioeconómico, no existen diferencias significativas en resultados educativos entre jóvenes que asisten a liceos públicos, privados y Utu.
Pero los preconizadores del mercado educativo encontraron una oportunidad de financiamiento público que no se esperaban, y decidieron firmemente crear un liceo con “donaciones” de empresarios. Así nace el liceo Impulso, laico, gratuito y para una población vulnerable. En la edición de Brecha del 5-VII-15 de 2013 publiqué un artículo bajo el título de “Nace un modelo o nace un liceo en el barrio Casavalle”. Los datos contenidos en la rendición de cuentas de 2014 permiten analizar ahora con más detalle la iniciativa.
A partir de la reforma del sistema tributario (Rst), ley 18.803 de 2007, se introduce en el Texto Ordenado de 1996 un capítulo referido a “donaciones especiales” en cuyo artículo 78 se señala que las donaciones que realicen las empresas a determinadas entidades (nominadas taxativamente) gozarán del beneficio de imputar al pago del 75 por ciento al impuesto a las rentas de las actividades económicas (Irae) e impuesto al patrimonio (IP), y que el 25 por ciento restante podrá ser imputado a todos los efectos fiscales como gasto de la empresa. En otras palabras, por cada 100 pesos que donen, en realidad donarán 17, pues los otros 83 pesos los descuentan de los impuestos, es decir, los paga el Estado como gasto tributario (no percepción de impuestos).
Mediante ese capítulo de donaciones especiales, con buena intención, se pretendió ordenar el anterior régimen de deducciones impositivas por donaciones de las empresas. El diablo está en los detalles, porque más allá de la buena finalidad de la Rst se abrió una oportunidad para financiar un modelo de gestión privada con fondos públicos que ni soñaron los privatizadores de la década del 90.
Estas donaciones de las empresas no podían superar el 5 por ciento de la ganancia neta fiscal de año anterior. No obstante, con carta pública al presidente Mujica y salidas mediáticas, el ex ministro Ignacio de Posadas dobló la apuesta y sugirió pasar del 5 por ciento al 10 por ciento de las ganancias empresariales a esta modalidad de donación, en el caso de instituciones privadas de educación formal habilitadas que atiendan a las poblaciones más carenciadas. El presidente Mujica “tragó el sapo” y aunque rezongó en su audición radial por la tacañería de los empresarios, aprobó el decreto que permitió duplicar esos fondos el 26 de noviembre de 2013.
Las donaciones especiales tienen otras finalidades como las de apoyo a la niñez y la adolescencia, a instituciones de la salud, de educación terciaria e investigación, que son importantes pero no son el foco de este artículo. Sin embargo hay que reconocer la existencia de entidades de apoyo a la niñez y la adolescencia en barrios carenciados, complementarias de la educación pública, cuya labor es loable. Sólo a manera de ejemplo, en el mismo barrio Casavalle, la institución Los Pinos (del Opus Dei) hace un trabajo complementario a la educación pública, que no lo hace el Estado, de excelencia, y que demuestra compromiso ético y vocación de servicio. También hay liceos como el Jubilar que –como ha dicho el padre Aemilius– no pretenden ser modelos y siguen una tradición centenaria de la Iglesia de trabajo en comunidades vulnerables. De estos modelos de gestión y pedagógicos hay mucho que aprender desde el sector público. Evaluaciones recientes de resultados del liceo Jubilar (Balza y Cid, 2011, UM) demuestran las mejoras en la retención de alumnos –aunque no en resultados académicos– y en el clima educativo que genera este modelo incluyente, y algo no menor: con costos similares a los de la educación pública.
No obstante, los promotores del liceo Impulso han reconocido haberse inspirado en las escuelas Charters, de Estados Unidos (sistema de financiación pública de escuelas privadas, similar a las Escuelas Libres, de Suecia, o las Academias, del Reino Unido), y han tratado de mostrar con un ejemplo de 300 alumnos cómo los privados con dineros públicos pueden gestionar mejor un liceo. Según la rendición de cuentas de 2014, este liceo solicitó  –para 2014– 164.147.334 pesos y les fueron aprobados por el Mef 66.211.492 pesos; gastó efectivamente 36.821.738 pesos en gastos de funcionamiento y 16.227.398 pesos en inversiones (obra y mobiliario). Esto fue para 200 alumnos en el año 2014. El costo por alumno –sólo en gastos de funcionamiento, sin inversiones ni mobiliario– fue de 184.108 pesos, mientras en un liceo público el costo bruto por alumno fue de 41.137 pesos. Casi cuatro veces y media más con doble horario; en iguales condiciones costaría el doble que uno público. De estos 184.108 pesos, 152.809 los pone el Estado por renuncia fiscal. Es decir, el presupuesto público pone tres veces más en un liceo privado que en uno público del mismo barrio. Aun así, los salarios docentes son similares al público, la rotación docente es alta y –según el informe– tienen una deserción sensiblemente superior al 10 por ciento, cuando esa es su meta.
Hay partes del modelo pedagógico que son buenas, el doble horario y la alimentación son necesarios en esos contextos. Pero si la educación secundaria pública adoptara este modelo de tiempo completo su presupuesto tendría que pasar de 400 millones de dólares al año a 700 millones de dólares, y construir 150 liceos nuevos, que –a los costos de obra de este liceo privado: 2,5 millones de dólares– implicarían 375 millones de dólares de inversión.
Primeras reflexiones: no se puede cambiar un modelo constitucional e histórico de servicios educativos con una ley tributaria, no se puede hablar de donaciones de empresas cuando más del 80 por ciento lo pone el Estado, y no se pueden transferir más recursos públicos a un liceo privado que a un liceo público.
Finalmente, estos modelos privatizadores nacerán y crecerán si no transformamos sustantivamente el Adn de la enseñanza media y si no nos animamos a la experimentación pedagógica en centros educativos públicos. Manteniendo el statu quo sólo seguiremos sometiendo a los jóvenes uruguayos a la tortura del lecho de Procusto.
MARTÍN PASTURINO

Egresado del Ipa, docente en el Instituto Tecnológico Superior (Utu), ex consejero de Educación Secundaria. Se ha formado en diseño y gestión de políticas públicas (en la Ort) y educación y sociedad (en la Ucudal).

16 de marzo de 2015

Radio El ESPECTADOR 810. Tertulia. Liceos privados de gestión publica ¿Qué modelo de educación necesita el país? La Mañana de El Espectador con Daniel Castro


A pocos días del comienzo de clases en los liceos de nuestro país, hablamos de educación en la Tertulia con Martín Pasturino, Fernando Pereira, Richard Read y Robert Silva. Los institutos de enseñanza pública de gestión privada y la posible creación de un liceo obrero son algunos de los temas que abordaremos.

Link Publicado el martes 10 de marzo del 2015 a las 10:46 hs

http://www.espectador.com/politica/311129/que-modelo-de-educacion-necesita-el-pais#.VQCHGD6XXC4.facebook

            Dr. Robert Silva (Asesor de Partido Colorado) y Prof. Martín Pasturino (ex Consejero de Secundaria)
              Richard Read (Dirigente de la FOEB) y Fernando Pereira (Coordinador del PIT-CNT)

4 de mayo de 2014

Semanario BRECHA Elección de horas en Educación Secundaria. Una de las claves para el cambio de modelo.

Elección de horas en Secundaria
Uruguay ha experimentado cambios profundos en los últimos diez años: crecimiento económico, reducción de la pobreza, formalización y expansión del mercado de trabajo. La acción conjunta de la reforma tributaria y las políticas sociales permitió el crecimiento económico con distribución del ingreso. No obstante, por el estancamiento del sistema educativo, este nuevo modelo de desarrollo comienza a tener dificultades, tanto para el crecimiento económico como para la redistribución del ingreso. No obstante, por el estancamiento del sistema educativo, este nuevo modelo de desarrollo comienza a tener dificultades, tanto para el crecimiento económico como para la redistribución del ingreso. Esto señala que la piedra angular para continuar con este modelo de desarrollo incluyente es la mejora de la educación. El problema principal se encuentra en la educación media. No es posible continuar avanzando con un estancamiento –de más de veinte años- del egreso de la educación media, donde sólo 4 de cada 10 jóvenes culmina el ciclo. 
La lógica electoral ha puesto a la educación en la agenda pública no de la mejor manera. Mientras los partidos de la oposición sólo ven problemas, el programa del Frente Amplio reconoce los avances en los últimos dos gobiernos y señala los grandes desafíos. Para los desafíos pone el foco en los retos de la educación media, donde advierte que para la universalización efectiva se “requiere un rediseño institucional y revisar la arquitectura institucional actual”. Es necesario un cambio estructural, que abarque la formación inicial de docentes, la actualización permanente, la carrera docente, el diseño curricular, así como el modelo de servicio y de gestión, y mantener un esfuerzo fiscal.

Uno de los temas claves para el próximo decenio es la transformación del modelo de servicio y de gestión de la educación, especialmente de la educación media.  Dentro de estos problemas endémicos nos encontramos con las enormes dificultades de transformar los centros educativos en organizaciones estables, que conozcan profundamente los problemas de los jóvenes, que cuenten con la información y los recursos locales necesarios, que elaboren un proyecto pedagógico con metas claras y que estén en condiciones de rendir cuentas de los resultados de sus propios proyectos. Para ello, es necesario que el centro educativo sea el locus principal de las acciones educativas, esto identifica la descentralización y empoderamiento de los centros educativos como una de las políticas principales. No se trata solamente de descentralizar competencias hacia los consejos desconcentrados, ni hacia regiones, sino hacia la unidad de acción principal del hecho educativo: el liceo, la escuela o la escuela técnica. 

El principal escollo para la estabilidad de los centros educativos es el modelo de asignación de docentes a los distintos centros, conocido como “elección de horas”. Aquí está la piedra angular para resolver el problema de conformar centros educativos como organizaciones estables que permitan lograr el reconocido “efecto establecimiento”, es decir, mejora de los resultados por el compromiso colectivo de una comunidad educativa.  
El problema de la elección anual de horas se encuentra presente en la educación media (UTU y Secundaria) y en formación de docente, no obstante, por su dimensión resulta clave este fenómeno en los liceos. Aunque parezca increíble desde el año 1986 se adoptó un régimen de elección anual de horas que supone la inestabilidad laboral más grande de la administración pública uruguaya. En efecto, más de 17.000 docentes de secundaria año a año no saben dónde trabajarán ni cuántas horas de trabajo tendrán.
Pero el problema que genera la elección anual de horas se observa también en la inestabilidad de los equipos docentes de los liceos, donde –según un estudio para la elección de horas del año 2013- sólo el 67,1% de los profesores permanece en el liceo donde se desempeñó el año anterior y no –necesariamente- con la misma caga horaria. Pero el problema es que todos los docentes –potencialmente- pueden cambiar de liceo y en consecuencia se hace difícil que se sientan parte de una comunidad educativa. Esto hace difícil conformar comunidades educativas estables y procurar el necesario “efecto establecimiento”.  No obstate, el problema de la rotación de docentes es mayor en los liceos de la periferia de Montevideo y zona metropolitana, que son los liceos donde acuden jóvenes de contexto socioeconómico más vulnerables. Aun con estas reglas, existen liceos -como sucede en el Departamento de Colonia- con comunidades educativas estables, baja rotación de docentes y buenos resultados.
Por otra parte, la lógica de elección hace que los docentes más experimentados elijan sus horas en los liceos que presentan menos problemas, los de bachillerato y los que se encuentran en zonas de mejor contexto socioeconómico. A esto se suma que las reglas de elección de horas permite elegir liceos, pero también permite elegir menos horas que la unidad docente (20 horas más 4 de coordinación), esto hace que –por preferencias individuales, porque no alcanzan las horas en su asignatura o por tener otro trabajo- más de 10.000 docentes (de 18.000 docentes/asignatura) elige menos que 20 horas. Esto significa que el 56% de los docentes asume solamente un 26,6% de las horas, en otras palabras, más de la mitad de los docentes tienen otra actividad (privada o pública, sea docente o no docente) y su actividad principal no es la docencia en Secundaria. El efecto de la elección de horas anual genera centros educativos inestables y con muchos docentes con poco tiempo en los liceos.
En las últimos treinta años las iniciativas y los esfuerzos por cambiar este modelo de asignación de docentes a los liceos han sido muchos, no obstante, el problema es más complejo de lo que se cree. De hecho, al final de período de gobierno de Tabaré Vázquez, el Consejo de Educación Secundaria, llegó a un acuerdo con la Federación de Profesores de Educación Secundaria (FENAPES) de culminar con la elecciones anuales de horas, en el marco negociaciones en el MTSS. Este acuerdo, por razones que desconozco no se aplicó para la elección 2011. En esta oportunidad se advirtieron los inhibidores de un cambio. En primer término, es necesario un mínimo de estabilidad en el número grupos y de liceos por Departamento, esto se hace difícil en una política de expansión de planta física como la de los últimos años. En segundo término, generan inestabilidad los docentes que –habiendo tomado horas en Secundaria- eligen horas en formación docente, esto hace que docentes formados y experimentados renuncien a las horas en los liceos (generalmente horas muy requeridas en bachillerato) y que provocan vacantes por más de un 10% de las horas al inicio del año lectivo. Tercero, la creación de cargos de docencia indirecta (adscriptos, preparadores, etc.) y la rotación de cargos de dirección provocan renuncias al comienzo de los cursos. Cuarto, la política de concursos docentes, es necesario primero hacer concursos para lograr la efectividad de los docentes, en un contexto donde 8.000 de los 17.000 docentes de Secundaria son interinos. Y, finalmente, los cambios en los planes, que modifican el número y la distribución de horas. 
El mecanismo de elección anual de horas es posible y necesario. Es posible generar acuerdos con los docentes y el sindicato, debe ser parte de un proceso de estabilización general del sistema y debe dar el espacio y la oportunidad para efectuar los cambios estructurales imprescindibles para este período.  Si se adopta una resolución administrativa, apresurada, no negociada y que no tenga en cuenta que debe estar en marcada en un cambio estructural del modelo educativo, sólo servirá para retardar los cambios de fondo.
Los cambios profundos –curriculares y estructurales- que pueden revertir esa situación de insatisfacción generalizada con la educación media deben estar en el marco de una reforma integral de la educación. Solo así se podrá salir del estancamiento educativo de más de treinta años y será posible continuar avanzando con el desarrollo económico y con la distribución del ingreso.


Martín Pasturino
Egresado del IPA, ex secretario docente del CODICEN, ex consejero de Educación Secundaria, actual Coordinador de la Unidad de Asesoramiento Estratégico del INEFOP y coordinador del grupo de educación de Propuesta Uruguay 2030.

7 de febrero de 2014

Semanario BRECHA. 6% del PBI para la educación


Un anuncio esperanzador

6 por ciento del PBI para la educación
No existen dudas de que el principal anuncio de Tabaré Vázquez en el discurso de San Luis fue proponer el 6 por ciento del pbi para la educación. Si bien destinó varios minutos a detallar y subrayar los avances en la educación primaria y en la Udelar, y los incrementos presupuestales realizados en los dos gobiernos del Frente Amplio (fa), así como a señalar la persistencia de problemas en Secundaria, la propuesta de destinar 6 por ciento del pbi a la educación se transformó en una señal muy fuerte de prioridad presupuestal para el próximo quinquenio, en una vara muy alta que lleva inquietud para el equipo económico, y en un desconcierto generalizado para la oposición. Destinar el 6 por ciento del pbi a la educación estuvo presente como propuesta en las discusiones programáticas previas al V Congreso del fa, fue objeto de análisis en una comisión especial que finalmente llegó a una trabajosa formulación programática, aunque no expresada en porcentajes del pbi: “La asignación presupuestal deberá ajustarse a los requerimientos exigidos que implican continuar con la mejora edilicia y de infraestructura, la creación de cargos y centros educativos, la mejora de la calidad de la educación y de las remuneraciones docentes y no docentes”. No obstante, distintos equipos técnicos –que están trabajando en desarrollo programático y metas– estiman una demanda incremental del orden del 1,5 por ciento del pbi. El razonamiento es claro, si para obtener cambios profundos en la educación es necesario sumar un 1,5 por ciento al 4,5 por ciento actual, lo natural es desarrollar el programa y establecer las metas con un horizonte del 6 por ciento del pbi para la educación.
Según la cepal (2010), Uruguay presenta uno de los gastos sociales más altos de América Latina. El esfuerzo fiscal uruguayo es superior a la media de los países de la región en cuanto a la seguridad social y la salud. En Latinoamérica se destinan un 11 por ciento del pbi a la seguridad social en una media ponderada del 8 por ciento, y un 4,5 por ciento del pbi para salud en una media del 3,7 por ciento. No obstante, luego de décadas de destinar el 2,1 por ciento del pbi a la educación se ha llegado al 4,6. Sin embargo esta cifra sigue estando por debajo de la media regional, que es el 5 por ciento, y de países de similares ingresos per cápita que destinan un 6 por ciento.
La prioridad en la educación es clara para los países desarrollados. Entre los miembros de la ocde (eag, 2011), durante los años 2000 y 2008 se incrementaron en una media del 34 por ciento los gastos por estudiante en primaria y secundaria. (La media de los países de la ocde es del 6,3 por ciento del pbi.) En la región también hay antecedentes de prioridad presupuestal: la ley de financiamiento de la educación, de Argentina –que dispuso en el año 2006 destinar el 6 por ciento para educación, ciencia y tecnología en el año 2010–; el programa de Michelle Bachelet, que estima un incremento fiscal de entre el 1,5 y el 2 por ciento del pbi en la educación; y los contratos petroleros signados por el gobierno de Dilma Russef, que disponen que las ganancias petroleras se destinen en parte a la educación brasileña. 
El gasto educativo como porcentaje del pbi nos permite analizar la relación del gasto con la riqueza del país. No obstante, resulta interesante analizar el indicador “gasto corriente por alumno” (a paridad del dólar) y como porcentaje del pbi por habitante, pues estos indicadores pueden interpretarse como los recursos invertidos en la población estudiantil en relación con la capacidad de pago del país.
Si bien la relación entre el pbi per cápita y el gasto por alumno es compleja, existe una clara relación positiva entre los dos, básicamente a nivel de la educación primaria y secundaria, que son los niveles de universalización. Es decir, los países más pobres tienden a gastar menos y los más ricos a gastar más. Así, el gasto medio anual por alumno en los países de la ocde fue –en el año 2008– de 7.153 dólares en primaria y 8.972 dólares en Secundaria. 
No obstante, existen variaciones entre países que tienen niveles de pbi per cápita similares y eso da cuenta del esfuerzo relativo en distribución de los recursos que hace el país. Para el año 2008, último año disponible, Chile, Argentina y México –con un gasto inferior al de la línea de tendencia y con pbi per cápita similares a Uruguay (alrededor de 15 mil dólares)–, los gastos anuales por alumno en educación primaria eran de 2.707, 2.511 y 2.155, respectivamente, mientras que en Uruguay el gasto por alumno era de 1.325 dólares (en 2012 llegó a 1.843 dólares). Para la educación secundaria el gasto por alumno de Chile era 2.564 dólares, en Argentina 3.531 dólares, en Brasil 2.058 dólares y el de Uruguay 1.419 dólares. Llegó a 1.792 dólares en al año 2012, con cifras anteriores de 868 dólares en el año 2004, 694 dólares en 1995, 748 dólares en 1990 y 565 dólares en 1985 (dólares del año 2013) (cifras de eag, ocde, 2011 y anep, 2013). En suma, el país ha realizado un esfuerzo notable en los últimos años, pero se viene de décadas con una inversión extremadamente baja. El gasto por alumno aún está por debajo de la línea de tendencia esperada en relación con el ingreso per cápita, y por debajo de los países con similar pbi per cápita de la región. 
¿Cómo se distribuye el gasto total, público y privado, en la educación uruguaya? La matrícula total de la enseñanza pública fue –para el año 2011– de 819.906 alumnos –desde preescolar a la universitaria–, mientras que la privada fue de 146.879 alumnos. Es decir: un 84,8 por ciento pública y un 15,2 por ciento privada. Según los últimos datos disponibles, el gasto público fue de 4,6 por ciento del pbi para la educación pública y un estimado de 1,2 por ciento del pbi para la educación privada (entre el 1,1 y 1,4 por ciento del pbi en los últimos 12 años, hasta 2005, según cinve). El gasto total en educación es entonces el 5,8 por ciento del pbi (4,6 por ciento en la pública y 1,2 por ciento en la privada), a lo que se debe sumar el gasto fiscal por exoneración de impuestos a la educación privada, con lo que se llega a un 6,1 por ciento. 
Estas estimaciones nos permiten conocer el gasto por alumno en educación privada, naturalmente que financiado de forma diferente. El 1,2 por ciento del pbi del año 2011 fue de 557.220.000 dólares, lo que significa un gasto por alumno –promedio– de 3.793 dólares (nótese la diferencia con los 1.800 dólares de la educación pública). Si bien son estimaciones basadas en las encuestas de gastos, y tienen limitaciones, se pueden corroborar con los costos medios de la educación privada. Estos costos son muy variados, y van desde los alumnos becados y colegios de barrio de 3 mil pesos la cuota, hasta las matrículas de colegios de elite con costos anuales por alumno de más de 12 mil dólares (casi el doble del promedio de la ocde). No obstante, las últimas estimaciones llegan a un promedio de 7.500 pesos en un régimen de 11 cuotas, cerca 3.700 dólares anuales, el doble del costo de un alumno público y la mitad de promedio de la ocde. 
Según la dgi (2011), el gasto tributario con destino a la exoneración del iva y el irae a la educación privada fue de 2.237.800.000 pesos para el año 2011, es decir, unos 132.133.333 dólares. Este monto, de acuerdo a la definición de gasto público de la unesco, debería incluirse como gasto público en educación, pues se trata de renuncia fiscal, que significa una subvención de la educación privada, en este caso por mandato constitucional y del orden del 19,17 por ciento. Según la dgi estas exoneraciones son regresivas, ya que son a servicios brindados por privados y que son consumidos –mayoritariamente– por hogares ubicados en los deciles superiores. En un extremo, la exoneración fiscal de un colegio de elite de Montevideo es equivalente al gasto total de un liceo público.
La prioridad en la educación está en el discurso de todos los candidatos, pero llegar al 6 por ciento del pbi en el gasto público en educación es una señal fuerte, que tiene como antecedente de cumplimiento el 4,5 por ciento del primer gobierno. No obstante, a la vez que Tabaré Vázquez señalaba esta cifra, también decía que un gobierno del fa no va a renunciar al qué y para qué educar, a fijar las metas, a la participación de los docentes, y convocó al sistema político a trabajar sin chicanas. Es decir, definió y puso en el escenario político el programa, los actores y los recursos.
Los estudios de costos de las transformaciones necesarias dispuestas en el programa del fa –que van desde la primera infancia hasta el rediseño y la universalización de la educación básica– demandan estos recursos. La señal que da Vázquez es fuerte de propósito y resulta un anuncio esperanzador. 

*     Ex consejero de Educación Secundaria y actual director del Área de Empleo y Formación Profesional del Inefop.